Vaduzky: Ritmo, Rebeldía y Regaytón.

Por: Fernando Huerta  | Spotlight Pride Edition 2025

En una industria que durante años se ha alimentado de estereotipos, Vaduzky irrumpe como un grito de autenticidad, ritmo y rebeldía. Su historia no es solo la de un artista que hace música: es la de un niño que rimaba sus emociones por $2 pesos, de un joven que se sintió silenciado por un género que no lo representaba, y de un hombre que decidió abrirse paso con orgullo, beats y verdad en el corazón.

De cantar en la primaria al escenario del reggaetón

Su primer contacto con la música vino de la radio, de esas tardes en las que el pop en español lo envolvía y lo hacía soñar. “Desde los 7 años empecé a escribir lo que pensaba y expresar mis sentimientos con rima”, recuerda. Lo que empezó como un juego se convirtió en un compromiso personal, invirtiendo horas en aprender a producir, grabar y mejorar. El momento en que logró crear su propia música fue una epifanía: “No paraba de escucharla”.

Influencias que brillan con glitter y gasolina

Vaduzky no es un accidente sonoro: es una mezcla deliberada y poderosa de referentes. Paulina Rubio, Gloria Trevi y Rihanna comparten espacio con T-Pain, Sean Paul y el reggaetón clásico que sonaba en casa gracias a sus primos. Esa colisión de mundos dio origen a su identidad musical: sensual, desafiante, popera, pero también cruda, callejera y sincera.

Salir del clóset creativo: de la censura a la catarsis

Ser parte de la comunidad LGBT+ y amar el reggaetón no fue sencillo. En sus inicios, tuvo que escribir desde lugares que no eran suyos solo para encajar. El resultado: dos años de sequía creativa. “Perdí mi inspiración. La musa se había ido.” Todo cambió el día que se permitió escribir desde la verdad. “Ser real al componer lo cambió todo”, asegura. Hoy, ser un artista abiertamente gay en el reggaetón representa para él una evolución del género. Su visibilidad es resistencia, y su música, un refugio.

Vaduzky, el alter ego descarado

El nombre “Vaduzky” nació de una casualidad en Instagram, pero se convirtió en mucho más: en un lenguaje, en un estilo, en un personaje que le permite brillar sin miedo. “Vaduzky hace lo que Alex no se atrevería”, confiesa. Es su versión más libre, más audaz, la que no pide permiso. Así, nace también el concepto de regaytón: un subgénero sin clóset que visibiliza experiencias queer desde el perreo y la fiesta, sin censura ni filtro.

Música para bailar y sanar

Detrás de cada beat hay una historia real. Sus letras hablan de amor gay, de rupturas, de deseo, de memes, pero también de temas incómodos, de esos que muchos prefieren ignorar. “No me considero político, pero incomodar también puede ser necesario para evolucionar.” Y si hay algo que Vaduzky hace bien es encontrar el equilibrio entre la pista de baile y el desahogo emocional.

Una escena que va tomando forma

La escena LGBT+ dentro del reggaetón sigue siendo pequeña, pero vibrante. Vaduzky encuentra en artistas como Young Miko o La Cruz el reflejo de que el cambio es posible, y confía en que la visibilidad colectiva fortalecerá el movimiento. “Somos una generación que ya no se esconde.”

Sin embargo, los retos persisten: puertas que no se abren, colaboraciones que no llegan. “No me dicen que no directamente, pero tampoco me invitan.” Aun así, Vaduzky se mantiene firme, confiando en que la autenticidad siempre encuentra su camino.

El futuro ya está bailando

Con su Regaytour activo y fechas en San Diego, bares y festivales, Vaduzky sigue apostando por llevar su mensaje a más lugares. Además, prepara nuevas canciones y colaboraciones para un álbum que promete ver la luz en 2026. Pero más allá de los lanzamientos, su propósito es claro: inspirar a nuevas generaciones queer a crear sin miedo.

Su mensaje es directo y poderoso:

“Si te da miedo, hazlo con miedo. Empieza con lo que tengas. Ahí ya diste el primer paso.”

Más que un mes, una historia que no se detiene

Para Vaduzky, el Pride no es un desfile, es un recordatorio. Un acto de memoria, de agradecimiento y de lucha continua. “Yo llevo el arcoíris todo el año”, dice con orgullo. Y lo deja claro: la existencia queer no se limita a junio, es historia viva, es presente, y es futuro.

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